En esta ocasión el destino elegido fue El Alamín un pueblo abandonado a una hora de Madrid con bastante poca contaminación lumínica, ideal para hacer fotografía nocturna y lightpainting.
Llegamos al pueblo un par de horas antes del atardecer con lo que pudimos dar un paseo de reconocimiento por el pueblo para elegir emplazamientos para las fotos de la noche y hacer también algunas fotos aún con luz.
Tras la animada cena/picnic de rigor con los compañeros nos fuimos dividiendo en grupos para ir haciendo fotos. En mi caso elegí una de las tétricas casas en las que hice mis primeros pinitos en lightpainting usando luces láser, flashes y geles de colores. Una experiencia muy divertida y con resultados muy interesantes y sorprendentes.
A continuación nos dispusimos a hacer fotos nocturnas con largas exposiciones. Aquí contaba con algo de experiencia pero aún así pude disfrutar y aprender con los consejos de los compañeros.
La parte final de la jornada la hicimos en la iglesia abandonada donde hicimos las prácticas más espectaculares de lightpainting añadiendo a las luces láser y flash con geles, luces led y la siempre espectacular lana de acero quemada. Esta última debe usarse con extremo cuidado y siempre contando con gente con experiencia. En nuestro caso íbamos bien preparados con protecciones e incluso extintor por si acaso.
Como véis los resultados hacen que el esfuerzo preparativo y la paciencia necesaria con las exposiciones merezcan mucho la pena.
Sin duda ha sido una experiencia que a todos nos gustó mucho y que no tardaremos en repetir en algún otro emplazamiento ideal para este tipo de fotografía.
Alucinante, sorprendente, una fotografía para un profano amante de la buena fotografía como yo, excelente, con efectos realmente bonitos.
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