Una de las visitas fotográficas que tenía pendientes desde que vivo en Madrid era ir al Jardín Botánico, una de las joyas que tenemos en la capital y que merece la pena fotografiar.
Así que aproveché un sábado sin planes para proponer una mini-kedada en el foro de canonistas a la que se apuntaron algunos valientes ya que se anunciaba lluvia.
Quedamos a primera hora de la mañana para poder disfrutar del botánico con poco público. Tras pagar la entrada (tres euros) entramos directamente a la zona de los invernaderos (también para resguardarnos de la fina lluvia) y comenzamos con una intensa e interesante sesión de macro.
Estuve usando mi 50D con el 100mm Macro a pulso (lamentablemente hay que pedir permiso para ir con trípode) iluminando con mi flash de mano (en manual usando disparadores remotos) y luego obtuve también interesantes tomas con un sencillo flash anular que un buen amigo ha tenido a bien regalarme.
Anduve experimentando la iluminación y el difícil enfoque en macro ya que la profundidad de campo se reduce bastante. Finalmente, poco a poco, fui obteniendo tomas aceptables en un aspecto de la fotografía en la que aún me queda muchísimo por aprender, pero que resulta divertido y muy gratificante.
A media mañana dimos por terminada la estancia en los invernaderos y salimos a los jardines aprovechando que había dejado de llover. Pudimos disfrutar de la belleza de los colores del otoño en un entorno con una buena luz merced al cielo nublado aunque tuve que tirar de ISO en las tomas.
Para las fotos en exteriores me había llevado el Tamron 17-50 del que agradecí su apertura y con el que poco a poco voy sacando cada vez mejores resultados.
Terminamos contentos con la mañana otoñal en el botánico prometiéndonos volver en primavera.
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