La visita a Santillana del Mar no es demasiado larga (no visitando Altamira, claro). Se trata de una encantadora población muy bien conservada en la que solo necesitas dos o tres horas para disfrutar de sus casas, calles empedradas y si colegiata.
Al llegar bastante temprano pude tener una luz bastante buena, lo que unido al despejado cielo azul resaltaba aún más los colores de la piedra de los edificios.
Además, poder pasear con tranquilidad por esas calles sin apenas gente hacían mucho más entrañable la visita.
Hacia el mediodía llegué a Comillas, una encantadora localidad costera en la que pude disfrutar de su playa y sus barrancos, junto con algunos edificios y lugares interesantes.
Entre estos lugares interesantes me gustaría destacar el cementerio y la universidad que merecen la pena de ser visitados, al menos en su exterior, ya que proporcionan fotografías de gran interés.
Este segundo día, por supuesto, no fue tan extraordinario como el anterior en Santander, pero sin lugar a dudas resultó tremendamente productivo fotográficamente hablando.
Cantabria, un lugar que no por ya conocido, nos deja de sorprender. Habrá que volver.
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