Después de la primera toma de contacto con Praga me tocaba comenzar a conocer la ciudad de forma más directa a la luz del día. Por un tema de comodidad y tiempo me decidí a apuntarme a una visita guiada, no sin antes confirmar que se trataba de un grupo reducido y que el ritmo no era muy apresurado (quería ir haciendo fotos).
Puede parecer que hacer turismo dentro de un grupo organizado limita bastante la parte creativa en nuestra fotografía y realmente es cierto (al menos en cierto modo). Al disponer solo de dos días y medio en Praga, decidí hacer esta visita guiada a fin de asegurar la visita a los principales lugares de interés y de marcar lugares para volver por mi cuenta con más tiempo. Afortunadamente resultó ser una buena decisión.
Como casi toda actividad turística en Praga comenzamos por visitar la Plaza de la Ciudad Vieja y su famosa torre del Reloj Astronómico, tan cautivador de día como de noche. De ahí caminamos cruzando el barrio judio hasta un embarcadero en el río donde comenzamos una pequeña travesía por el Moldova.
El cielo nublado deslucía inicialmente la luz disponible. Dados los buenos resultados de la noche anterior opté por volver a salir con el 50mm y el 10-22 donde monté el filtro polarizador para mejorar en lo posible las tome del río. Pude darme cuenta de la verdadera importancia que el Moldova tiene para la ciudad y también disfruté de otras visitar del fantástico puente de Carlos, otro de los centros turísticos de la ciudad.
Tras el almuerzo estuvimos paseando por el centro y disfrutando de las explicaciones del guía sobre turismo, historia, tradiciones y costumbres de la ciudad. Esto me permitió interesarme por la Praga menos turística y hacer algunas tomas interesantes.
De ahí tomamos un autobús para subir al castillo donde disfruté enormemente de la impresionante catedral sin desperdiciar la ocasión de hacer algunas tomas más relacionadas con la fotografía urbana (y es que los turistas dan mucho juego).
Terminando la visita al castillo hice algunas fotos de las vistas disponibles y continuamos callejeando por el barrio de Mala Strana, barrio bohemio de Praga con mucha vida, colorido y contrastes.
Nos dirigimos al Puente de Carlos en un agradable (y nada apresurado) paseo en el que varias tomas interesantes fueron apareciendo ante mis ojos.
Ya en el puente pude ver Praga y el río Moldova desde otro punto de vista que me permitió conocer la verdadera dimensión de este puente y su importancia para entender la ciudad.
La visita terminó al cruzar el puente y me dirigí a descansar al hotel ya que tenía pensado disfrutar de la noche de Praga cámara en mano.
En esta segunda noche volví a repetir material (50D, 50mm, 10-22 y Gorillapod) pero con las ideas más claras de qué fotografiar ahora que, gracias a la visitas guiada, tenía más claras algunas localizaciones.
La ribera del río era un lugar muy especial desde el que poder fotografiar el puente y el lado oeste de la ciudad donde destacaba el castillo. El Gorillapod me ayudó a salvar bastantes fotos pero no caba duda de que ahí mismo me convencí que mi trípode de carbono (solo 1,5 kg.) debe viajar más conmigo.
Continué la sesión nocturna poniendo pie en el puente y capturando algo del ambiente que ofrece al turístico lugar con una atmósfera que destaca como algo muy especial.
Finalmente dí por terminado este larguísimo día de turismo y fotos, no del todo relajado, debo confesar pero con tantas cosas por ver puede decirse que fue muy productivo. (continuará)
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