Tras el largo día anterior, decidí disfrutar de esta jornada de forma mucho más relajada paseando y buscando fotos por lugares no tan turísticos … aunque la verdad es que casi todo es turístico en Praga, incluso calles secundarias y parques o riberas del río Moldova algo alejadas de las zonas principales.
La idea era ir a mi ritmo, disfrutando del paseo y fotografiando otro tipo de lugares fuera de los circuitos principales, y por supuesto aprovechando para hacer algo de fotografía callejera.
En esta ocasión tenía claro que iba a montar en la 50D el objetivo más versátil, el Canon 24-105mm F4L. El día seguía frío y nublado aunque las condiciones lumínicas eran algo mejores que el día anterior.
Comencé callejeando por lugares que había visitado la noche de mi llegada, en esta ocasión pudiendo fijarme más en la gente. Conocer un nuevo lugar no es sólo ver sitios y monumentos, sino también el ambiente reinante y sus gentes, por ello pienso que una buena dosis de fotografía callejera (street photography si te chirría el término en español) es siempre recomendable en nuestros viajes.
A lo largo de la gigantesca plaza de Wenceslao me encontré con diversas situaciones muy fotografiables, y también algunos edificios interesantes.
Continué callejeando consiguiendo perderme y descubriendo alguna calle y algún parque muy interesantes donde la atmósfera del otoño en Praga se disfrutaba casi sin querer.
Como casi todo en esta capital, acabé por encontrarme con el río Moldova, eso sí, algo alejado de los lugares más turísticos desde donde pude hacer algunas bonitas tomas del río.
Después de bordear el río por la ribera este, crucé hacia un gran parque en el otro lado, junto al barrio de Mala Strana, disfrutando del ambiente otoñal y de la relajación y ambiente bohemio que se respiraba.
Regresé hacia el hotel cruzando por el puente de Carlos y volviendo a respirar el ambiente turístico de este puente, uno de esos lugares en los que puedes pasar años haciendo fotos y siempre encontrar´s situaciones nuevas que fotografiar.
Con las últimas luces del día revisitié la plaza de la ciudad vieja y su reloj astronómico que el día anterior apenas había podido fotografiar con luz natural.
Un vez más, después de la cena, me animé a hacer algunas tomas nocturnas para despedirme de la noche en esta capital.
Y es que al día siguiente tocaba regresar a Madrid, no si antes pasar una mañana en el barrio judío … (Continuará)
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